Fábula: El ciervo, el manantial y el león
Agobiado por la sed, llegó un ciervo a un manantial. Después de beber, vio su reflejo en el agua. Al contemplar su hermosa cornamenta, se sintió orgulloso, pero quedó descontento por sus piernas débiles y finas. Sumido aún en estos pensamientos, apareció un león que comenzó a perseguirle. Echó a correr y le ganó una gran distancia, pues la fuerza de los ciervos está en sus piernas y la del león en su corazón.
Mientras el campo fue llano, el ciervo guardó la distancia que le salvaba; pero al entrar en el bosque sus cuernos se engancharon a las ramas y, no pudiendo escapar el ciervo, fue atrapado por el león. A punto de morir, exclamó para sí mismo:
Desdichado, mis pies, que pensaba me traicionaban, eran los que me salvaban, y mis cuernos, en los que ponía toda mi confianza, son los que me pierden.
Moraleja de: El ciervo, el manantial y el león
Muchas veces, a quienes creemos más indiferentes, son quienes nos dan la mano en las congojas, mientras que los que nos adulan, ni siquiera se asoman.
El ciervo, el manantial y el león