Un agricultor para que las grullas no se comieran las semillas en su campo recién sembrado, puso trampas con el fin de capturarlas y así salvar su sembradío. Entre las grullas que atrapo se encontraba una cigüeña, la cual estaba herida, se había fracturado una pata con la trampa del labrador.
La cigüeña le pedía al labrador que por favor le perdonase la vida y que la dejase ir, ya que ella no era como las grullas que había capturado, le decía que era un ave de excelente carácter y era muy buena, además su aspecto era diferente al de las grullas.
El labrador escucho a la cigüeña y después le dijo.
Cigüeña, puedes que todo lo que digas sea cierto, pero cuando yo te capture estabas con las grullas, que son unas ladronas que están siempre robándome las semillas, y por tal motivo, te corresponde sufrir la misma suerte de las grullas.
Moraleja de la fábula: El labrador y la cigüeña
Hay que tener cuidado a la hora de relacionarnos con personas malas, ya que podemos correr la misma suerte que ellas